martes, 23 de febrero de 2010




Ven y cántame una canción
afuera el viento y la sal
es de noche y suena la guerra
ya no queda mucha tregua

entrarás por la ventana
o quizá en un sueño azúl
entrarás por el pasillo
o tal vez en un poema

ven y cántame una canción
la más dulce y etérea
aquí adentro me voy haciendo nada
se me apaga la mirada
y ya no creo en cuentos de hadas

pondré velas cuadradas
y un poquito de café
te daré las cartas guardadas
todas esas que nunca te envié

ven y cántame una canción
arrúyame en tu pecho
disipa la cordura
que no quede intención

ven y cántame una canción
regálame tu abrazo
te entrego mi ternura
y en ella el corazón









[Una canción.]



Yo aún recuerdo las maletas alejándose de la puerta, y los dulces de café que mandabas de tu parte, el abrazo ausente, la charla pendiente que jamás esperé, yo recuerdo tu voz de sargento y tu cara de nada, la cual nunca pude comprender y yo pensaba que quizás guardabas una gran misión afuera, los paseos anti-naturales y nosotros como una gran mancha tras de ti, yo recuerdo bien los silencios gritando sobre la mesa, las caras pálidas, aquella zangoloteada de cabeza por un juego de muñecas con muñecas, la prisa por las calles, la piñata en llanto, la ausencia toda. Mis tres, cuatro y cinco sin ti, los siete, los ocho, los nueve y parte de los diez. luego los once, doce y trece. Probablemente te parezca extraño todo esto, lo vi en una película, quizá también la viste tú.

Estaba pensando en el tiempo, tal vez mientras paseabas por el Sahara o cuando fuiste al París con tu compadre, mientras arreglabas jardínes o construías el lugar de los sueños de otros, bajo el yugo del sol ardiente, o mientras las cenas de cinco dólares, o quizá mientras todo ello. Un día me convertí en mujer. Y había color en mis mejillas y mis pestañas eran más negras y mi boca era rosa. Eso mientras por muchos meses la lluvia entraba por todas partes, no es que ahora sea muy diferente, en ese entonces uno ya no sabía si mejor salir o quedarse, de todos modos no había mucha diferencia. Nosotros nos quedamos. Y un...no puedo decir gran día, pero un día llegaste, y llegaste como si nada, ni siquiera me acordaba de tu cara, traías un montón de cartones y cosas. ¿Recuerdas cómo me llamaste? sí que fue dantesco.

Lo curioso de todo esto, es cómo uno puede llegar a recordar aquellas cosas, cómo se puede detener un minuto y ver aquellos días, como si regresaran a la realidad actual. Entonces uno reacciona un poco y a veces es inevitable decir cosas, sin perder la estabilidad. Tac tac tac toc tac tac, es lo único que suena. Porque yo jamás podré decirte nada, palabra por palabra, voz a voz. Ni siquiera sé de ti. Y no importa, créeme. Sólo a veces siento un no se qué por ti.

No te preocupes, quiero decirte, que no te recuerdo, que nunca me hiciste falta, y que siempre he estado mejor sin ti. Porque no se puede extrañar, ni necesitar, ni esperar a quien nunca estuvo. Lo del querer, eso es otra cosa.





[Carta sin destinatario ni remitente.]

No se puede hacer eso que llaman poesía con la felicidad, cuando es toda tan puramente ella. A lo más que puede aspirar alguien como yo, es a hacer un pequeño ensayo mal hecho.

sábado, 20 de febrero de 2010


Hoy quiero palabras
palabras bonitas
tomadas de las manos
y de las patitas
me gustan dormidas
y cuando son suaves
me gustan las fuertes
las que llegan como un dardo

quiero palabras esta mañana
y en la tarde y cuando el cielo negro
me gustan las palabras
cuando se mezclan y bailan juntas
cuando dicen algo que puedo comprender
quiero palabras enlazadas
me gusta jugar con ellas
formarlas borrarlas dibujarlas
ponerlas y luego quitarlas

me gustan las palabras que no dicen
lo que todos dicen
me gusta que sólo algunos
me gusta que no todos
me gusta cuando dicen mucho
y cuando dicen poco
me gustan cuando callan
me gustan las palabras
las que se disfrazan
con puntos y comas y también sin ellos
y me gustan las palabras
sobre todo oiga usted
las que son sinceras

me gusta jugar con las palabras
moverlas tumbarlas levantarlas
pero más me gusta decir con ellas
que me ayuden a dibujar
lo que hay a veces dentro

me gustan las palabras
no como a una cosa loca
no como a un pez saltando
no como al diente la boca
no como a un niño soñando

me gustan las palabras
me gustan más con chocolate encima
me gustan las palabras menos inventadas
las prefiero más fantásticas
me gustan las sencillas
también las elegantes
con todas ellas me gusta decir
lo que no todos dicen
lo que pocos comprenden

me gustan las palabras
aunque pueden ser tenebrosas
porque pueden ser camaleónicas
y eso a pocos les gusta
me gustan las palabras porque ocupan
me gustan porque lloran una sobre otra
me gustan porque siempre dicen lo que quieren
me gustan las palabras, corretearlas y mecerlas

me gusta jugar con ellas un rato
pero más que a nada sepa usted
me gustan las palabras sinceras
las que dicen lo que dicen sencillamente
sin jugar sin ocultar sin lastimar

me gustan las palabras que cumplen la función
de decir lo que quiere el corazón
no siempre lo pueden hacer
porque el corazón habla un idioma diferente
hay veces en que las palabras tienen que guardar silencio
porque sólo los corazones que viven en los pechos
sólo y únicamente ellos se comunican perfectamente
porque el corazón tiene un idioma tan inmenso
que los oídos humanos no son totalmente capaces de comprender
incluso las palabras no siempre lo entienden y a veces les cuesta traducir
pero créame, hacen el más valioso y extraordinario esfuerzo.



Es cuando no lo logran que callan, porque saben que es necesario que hable el corazón, y habla en un silencio entre dos, cuando nadie dice nada, en el más sutil de los lenguajes habla el corazón.




[Palabras mías.]

sábado, 6 de febrero de 2010

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Se siente a veces, lo digo yo, lo dices tú
Como poco a poco los muros que cayeron
Se van levantando alto muy alto
Afuera las mañanas tibias
Se consumen en el vaivén de los días
Y es tan firme la indiferencia
Sobre zapatos contradictorios
Tan fuerte, que se expande como una brisa abrumadora
Gigante, enorme, tan fría como la distancia
Parece que las ganas
Parece que el deseo
Parece que la fuerza y voluntad
Se visten frágiles, se rompen con las olas
Y todo es un eco
Ya nada está tan vivo aquí
Y mi corazón para de latir de vez en vez
Cuando te quiero y no me quieres
Cuando te busco y no te encuentro
Cuando te hallo y no estás
Cuando se ha aruñado al amor
Y no se quiere el perdón
Porque sí pero no porque no llegó el olvido
Uno se queda sin palabras cada tanto
Y luego llega una niña, se mete por tu ventana
Pero tú no dices nada porque has olvidado todo
Y te quedas entre cuatro paredes sin cuadros que colgar
Brindemos torpes entonces


Por la última lágrima que nunca quiso nacer
Que derrumbó los muros y los trajo de nuevo
Que sacó a las mañanas tibias de la cama
Y las consume sin piedad a diario
Que llamó a la indiferencia y le dio alimento
Y zapatos contradictorios y ahora es un monstro
Que rompió las ganas, el deseo, la fuerza y la voluntad
Que paró a mi corazón de vez en vez
Y que no quiere el perdón porque no llegó el olvido
Que se lleva nuestras palabras cada tanto
Y que ignora a la niña que se ha metido por tu ventana
Y que te ha hecho olvidar todo y eso hace que no digas nada
Y te quedes entre cuatro paredes sin cuadros para colgar
Brindemos entonces.




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miércoles, 3 de febrero de 2010


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No le avises al tiempo
que mañana te irás
no le avises al tiempo
carretera perdida

no le avises al tiempo
que traiga la melancolía
no le avises al tiempo
que se trague su ira

que los días aún son ciertos
que aún tengo tu alegría
no le avises al tiempo
que te tengo todavía


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. . . Nunca es suficiente. . . .